domingo, 30 de enero de 2011

Dios ha muerto

La vida bien vivida
se conforta cuando no estás,
aplaude tu ausencia, reserva tu éxito, prorroga tu éxtasis
deja sus mejores escenas
para otros hombres y otras mujeres.

La que es indecible, insufrible, invisible
se te aparece en cada rincón
de la casa que una y otra vez manoseas,
se distrae en los pezones de tu novia
y en su forma de jadear de rutina,
de vacío.

Se repite como una canción horrible de los 40.

Reserva tu éxito, prorroga tu éxtasis hasta la tumba.

Pero, ah, ahí, en las otras esquinas
la bella te espera mientras se entretiene
jugando con otros hombres y otras mujeres
que ni siquiera son tus amigos, ni tus amantes,
y si te conociesen querrían serlo menos.

Porque ellos sueñan con ser tú
y tú con ser otra persona mejor.

Ya nadie ansía ser lo que es
y Dios ha muerto.

El niño ha muerto



El niño ha muerto
lo visten de gala
con un traje negro
y le estiran la cara
para ver si le sale una sonrisa
pero no saben hacerle reir
pareciera que en lugar de eso
su boca quisiese eructar o escupir

He venido a visitarlo
a ofrecerle mis respetos
pero no se me ocurre acercarme ni tocarlo
me quedo delante de él, de pie frente a su lecho
y prefiero imaginarlo, lo imagino muy blanco
sobre la cama
muy pálido, muy blanco rodeado de flores blancas
en su inocencia casi confundo la mía
cerrando los ojos
cada pétalo al lado de su almohada
es una ilusión perdida

Abro los ojos
hay muchas personas que no parecen tristes
todas moviéndose a nuestro alrededor
inquietos, se paran luego un segundo
y charlan en voz baja,
parece como si saliesen de las paredes
como hormigas caníbales
se llevan a la boca platos de comida
que alguien prepara para que el duelo
continúe toda la noche

Estoy solo en medio de la habitación
no puedo apartar mis ojos de él
y de repente noto cómo parpadea
como queriéndose despertar entre sueños
y uno de sus pies temblequea...
maldita sea! nadie lo ha visto? se mueve...!
nadie se gira, nadie me escucha,
no logro que me entiendan
todo se queda en un febril pensamiento
que no logro expresar
con mi rígida boca
que es la boca del niño
que ahora yace de nuevo
plácido, quieto,
y la gente agolpada, cada vez más
(de dónde salen?) sigue comiendo, y bebiendo
mientras yo no me puedo mover

y me alegro de no estar muerto.