La vida bien vivida
se conforta cuando no estás,
aplaude tu ausencia, reserva tu éxito, prorroga tu éxtasis
deja sus mejores escenas
para otros hombres y otras mujeres.
La que es indecible, insufrible, invisible
se te aparece en cada rincón
de la casa que una y otra vez manoseas,
se distrae en los pezones de tu novia
y en su forma de jadear de rutina,
de vacío.
Se repite como una canción horrible de los 40.
Reserva tu éxito, prorroga tu éxtasis hasta la tumba.
Pero, ah, ahí, en las otras esquinas
la bella te espera mientras se entretiene
jugando con otros hombres y otras mujeres
que ni siquiera son tus amigos, ni tus amantes,
y si te conociesen querrían serlo menos.
Porque ellos sueñan con ser tú
y tú con ser otra persona mejor.
Ya nadie ansía ser lo que es
y Dios ha muerto.
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