Estoy convencido de que soy todos los hombres.
No es nada personal, no creo que sea egolatría
aunque últimamente suele ser casi siempre eso.
Siento algo así como que ya lo he vivido
en otros corazones y otros ojos
y que soy la lágrima salada y áspera que deja surcos en las mejillas de la gente de color negro
en la tele
que apenas conozco
y la madre que grita aterrorizada
la pérdida de su hijo
y el tipo que gana un coche en el programa de preguntas y respuestas
de antes de las noticias.
Noto como si no tuviese materia
¿a alguien más le pasa?
y por momentos padezco y río
placentero o condenado
en conversaciones y vidas ajenas.
Y entonces un escalofrío me recorre la cabeza...
El mismo plato, la misma madre
de antes de ser quien yo no era.